La palabra rinóforo se forma a partir de dos palabras griegas clásicas: rhino = nariz y phore = portador, y es una referencia a la función de los rinóforos como órgano del "olfato". Los nudibranquios tienen un par de rinóforos que sobresalen por encima de la cabeza cuya función es olfativa, ayudan a captar tanto el olor de sus presas como el de otros nudibranquios.
Estos órganos pueden presentar diversas formas según cada especie, pudiendo ser lisos (A), rugosos (B), foliados (C) o lamelados (D). Estos últimos (C y D) presentan una serie de laminillas que aumentan la superficie de contacto con el agua, lo que los hace más eficaces. Al ser un órgano sumamente importante y frágil, algunas especies han desarrollado la capacidad de retraerlos al interior del cuerpo o dentro de una vaina rinofórica en caso de peligro.
Situados en la base de los rinóforos, más fáciles de visualizar en los Aeólidos y en algunas especies de color claro, se encuentran los dos ojos. Estos son muy rudimentarios pudiendo detectar solo sombras o cambios de luz en su entorno.